domingo, 13 de enero de 2019

De animales en rutas: XIV



Hoy añado a esta sección dos animales que sí he podido fotografiar en mis rutas, si bien no son fotos de gran calidad, al menos dan testimonio de mi captura.

27- Culebra de escalera (Rhinechis scalaris)
El pasado 9 de enero en la bajada desde las Planas a Cadrete, me sorprendió en medio del camino una serpiente. Como no soy experto en ellas, me paré y con cautela me acerqué para verla mejor e intentar fotografiarla. Al principio se mantuvo quieta pero cuando creyó que me había acercado demasiado inició la huida por la ladera. En casa investigué y se trataba de una culebra de escalera, ni joven ni adulta, pues aún presenta los peldaños típicos en su dorso que parecen ir perdiendo con la edad. 
Esta es mi mejor foto:



Es raro que no estuviera hibernando, lo hacen en los meses fríos, de octubre-noviembre a febrero-marzo, habrá que investigar cómo es posible que ésta no lo hiciera.
Pueden alcanzar 1’60 metros. Y es inofensiva, sin veneno, aunque puede defenderse y morder si se siente acorralada.

Esta foto no es mía, es de su propietario, tomada de la web


28-Sapo común (Bufo bufo)


Vistos en junio pasado en los alrededores de Layana, pueblo cincovilles de la provincia de Zaragoza.
Pasan el invierno enterrados, utilizando galerías de roedores o huecos bajo las raíces de los árboles. Durante el periodo reproductor, la mayor parte de los adultos se concentra en las charcas, periodo tras el cual aumenta progresivamente el número de individuos que puede localizarse en tierra. En otoño los animales se desplazan hacia sus lugares de invernada. 



El amplexus es axilar. En su camino a las charcas, algunas hembras son interceptadas por machos y llegan apareadas. Debido al gran sesgo en la razón de sexos en favor de los machos, existe una elevada competencia entre éstos por aparearse, lo que motiva la aparición de luchas en las que los machos solitarios tratan de desplazar, empujando con sus patas y su cabeza, a los que están apareados. Los machos de mayor tamaño tienen más probabilidades de éxito en estas luchas, y de ahí que los individuos pequeños tiendan a esperar a las hembras fuera de las charcas para poder aparearse antes de ser desplazados, mientras que los ejemplares más grandes suelen esperar en las charcas. La fuerte competencia entre machos también origina la aparición de amplexos múltiples en los que varios machos se agarran a la vez a una misma hembra, la cual corre riesgo de morir ahogada o exhausta al no poder soportar el peso de tantos machos. Igualmente, no es infrecuente la aparición de intentos de amplexus entre machos, con individuos de otras especies e incluso con objetos inertes.
Para defenderse de sus depredadores tiene unas glándulas venenosas en la piel, pero este veneno es tan poco potente que no es perjudicial para el ser humano.

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