Hoy añado a esta sección dos animales que sí he podido
fotografiar en mis rutas, si bien no son fotos de gran calidad, al menos dan
testimonio de mi captura.
27- Culebra de escalera (Rhinechis scalaris)
El pasado 9 de enero en la bajada
desde las Planas a Cadrete, me sorprendió en medio del camino una serpiente.
Como no soy experto en ellas, me paré y con cautela me acerqué para verla mejor
e intentar fotografiarla. Al principio se mantuvo quieta pero cuando creyó que
me había acercado demasiado inició la huida por la ladera. En casa investigué y
se trataba de una culebra de escalera, ni joven ni adulta, pues aún presenta
los peldaños típicos en su dorso que parecen ir perdiendo con la edad.
Esta es mi mejor foto:
Es raro que no estuviera
hibernando, lo hacen en los meses fríos, de octubre-noviembre a febrero-marzo, habrá que investigar cómo es
posible que ésta no lo hiciera.
Pueden alcanzar 1’60 metros. Y es inofensiva, sin veneno,
aunque puede defenderse y morder si se siente acorralada.
Esta foto no es mía, es de su propietario, tomada de la web
28-Sapo común (Bufo bufo)
Vistos en junio pasado en los alrededores de Layana,
pueblo cincovilles de la provincia de Zaragoza.
Pasan el invierno enterrados, utilizando galerías
de roedores o huecos bajo las raíces de los árboles. Durante el periodo
reproductor, la mayor parte de los adultos se concentra en las charcas, periodo
tras el cual aumenta progresivamente el número de individuos que puede
localizarse en tierra. En otoño los animales se desplazan hacia sus lugares de
invernada.
El amplexus es axilar. En su camino a las
charcas, algunas hembras son interceptadas por machos y llegan apareadas.
Debido al gran sesgo en la razón de sexos en favor de los machos, existe una
elevada competencia entre éstos por aparearse, lo que motiva la aparición de
luchas en las que los machos solitarios tratan de desplazar, empujando con sus
patas y su cabeza, a los que están apareados. Los machos de mayor tamaño tienen
más probabilidades de éxito en estas luchas, y de ahí que los individuos
pequeños tiendan a esperar a las hembras fuera de las charcas para poder
aparearse antes de ser desplazados, mientras que los ejemplares más grandes
suelen esperar en las charcas. La fuerte competencia entre machos también
origina la aparición de amplexos múltiples en los que varios machos se agarran
a la vez a una misma hembra, la cual corre riesgo de morir ahogada o exhausta
al no poder soportar el peso de tantos machos. Igualmente, no es infrecuente la
aparición de intentos de amplexus entre machos, con individuos de otras
especies e incluso con objetos inertes.
Para defenderse de sus depredadores tiene unas
glándulas venenosas en la piel, pero este veneno es tan poco potente que no es
perjudicial para el ser humano.
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