domingo, 22 de abril de 2018

San Esteban + La Palomera


Relive 'San Esteban + Palomera con Javi pensando en la Orbea'

La ruta de hoy tiene varios puntos destacados, con diversas combinaciones y formas de llegar hasta ellos. Pino de Valdenavarro, Mirador de la Mula, Base militar de San Esteban y Puesto de vigilancia forestal de La Palomera, a los que podríamos añadir el azud de Urdán si vamos por la ribera del Gállego.



Como mi pretensión (y la de Javi) era hacer además kilómetros para preparar la Orbea Monegros,  la realizamos desde Valdespartera.
En esta ocasión por las crecidas de los ríos, descartamos la ribera del Gállego y el azud de Urdán y desde el Camino de los Molinos y Camino del Cascajo llegamos a San Juan de Mozárrifar primero y por el Barrio Comercio a Villanueva de Gállego después.
Nada más dejar el asfalto, a la altura de unas naves ganaderas, la primera atracción en el camino es contemplar un buen número de ejemplares de buitres comunes subidos en el tejado y/o descansando en los campos de alrededor.



A partir de ahí, se va subiendo poco a poco, todo por  pista, ganando espacio la zona arbolada hasta llegar al pino carrasco centenario de Valdenavarro, al que han salvado de tres incendios graves (el último en 2008). Mide casi 13 metros de altura.


Más Información del pino de Valdenavarro clic aquí.

Una vez pasado el pino, nos espera la parte más dura de la ascensión para llegar a los 700 metros del Alto de San Esteban.
Para los seguidores de strava 2 segmentos destacados aquí:
- Subida San Esteban BTT desde bifurcación: 3,5 kms al 4,4 % dondel el KOM está en 11'22"
- Tramo final San Esteban BTT: 1,9 kms al 5,4 %, KOM en 7'

No hay que olvidarse en este punto de asomarnos por el Mirador de la Mula,  donde las vistas de toda la zona me parecen espectaculares.






Y si se quiere seguir hasta la entrada a la base militar sólo hay que continuar subiendo un poco más por una zona asfaltada.
De ahí a La Palomera a 630 m de altitud, no hay mucha distancia ni desnivel. Se trata de un puesto de vigilancia forestal.




El regreso hasta Villanueva, salvo por un par de repechos,  se realiza en rápido descenso.

En total 111 kms, unos 1000 metros de desnivel, 5 horas y media con alguna pequeña parada.
Recomendable 100 %, zona no muy lejana de Zaragoza en la que podemos ver algo de verde. Si no se quiere hacer tan larga se puede cargar la bici al coche y llegar a Villanueva o más arriba incluso, en una zona donde hay unos fogones.

Podéis descargar el track desde wikiloc, clic aquí.

Nos vemos en los caminos

viernes, 20 de abril de 2018

Cyclisk





En la ciudad estadounidense de SantaRosa (Santa Rosa Ave, Santa Rosa, CA 95404, EE.UU.) se encuentra un monumento con forma de obelisco realizado íntegramente con bicicletas compactadas que estaban en desuso y fueron aportadas por la comunidad.




Los autores de dicha obra construida en 2010 fueron Mark Grieve e IlanaSpector, dos artistas especializados en esculturas públicas de gran impacto en aquella región. 

Cyclisk mide 20 metros de altura, pesa 4.500 Kg y para su construcción se utilizaron 340 bicicletas y 1 triciclo. 



Paradójicamente la obra fue realizada con un aporte de 37.000 dólares de la empresa automovilística Nissan, que construyó un concesionario de 3.7 millones de dólares en aquella ciudad. Cabe aclarar que la ley de aquella ciudad dicta que un 1% del presupuesto destinado a proyectos de construcción deben destinarse a financiar el arte público.

martes, 10 de abril de 2018

Yo los conozco, los he visto muchas veces



Yo los conozco, los he visto muchas veces.
Son raros, salen temprano por la mañana y se empeñan en ganarle al sol. Cuando todos duermen salen de puntillas aunque no esconden nada, no quieren molestar.
Están locos. En verano pedalean, suben, bajan, transpiran, se deshidratan y finalmente se cansan, solo para disfrutar del descanso. En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrían, se resfrían y dejan que la lluvia los moje. Pedalean empapados siempre, cuando no por la lluvia por el sudor.
Yo los he visto, pasan rápido por la bajada, despacio entre los árboles, serpentean caminos de tierra, trepan cuestas empinadas, cruzan puentes de madera, pisan hojas secas, suben cerros, saltan obstáculos, escuchan el ruido de los neumáticos en la grava, en el lodo, en las hojas o en el pavimento, todo esto es música para ellos.
Yo los he visto, no están bien de la cabeza, usan zapatillas con clips para no desprenderse de su adorada bicicleta aun cuando salgan volando por los aires con ella, miden su tiempo y su cadencia una y otra vez, se inscriben en todas las carreras, rara vez ganan una. Empiezan a correrla la noche anterior, sueñan que pedalean entre rocas y ríos. Por la mañana se levantan como niños el día de reyes, han preparado la ropa que descansa sobre una silla como lo hacían en su infancia la víspera de vacaciones. El día antes de la carrera comen pasta y no toman alcohol pero se premian con descaro y con carne asada y cerveza apenas termina la competición.
Nunca pude calcularles la edad pero seguramente tienen entre 15 y 85 años.
Disfrutan cuando pasan a otro ciclista pero le alientan, le dicen que falta poco y le piden que no afloje. Compiten ferozmente y cuando se les pregunta contra quien contestan que contra sí mismos.
Cuerdos no están, se esmeran hasta el último aliento para pasar a ese ciclista, su competidor acérrimo, pero si lo ven en desgracia se detienen a auxiliarlo, ¿quién les entiende?. Llegan a la meta exhaustos, sin aliento, llegan en último lugar y aún así levantan los brazos en señal de triunfo.




Seguro que no están bien, les duelen las piernas, se acalambran, les cuesta respirar, en casos extremos las piernas se niegan a continuar, pero ellos siguen. A medida que avanzan, los músculos sufren mas y mas, la cara se les desfigura, las puntadas empiezan a repetirse y 15 km antes de la llegada empiezan a preguntarse que hacen allí.
Están locos, yo les conozco bien, se felicitan entre ellos, recuerdan partes del recorrido, hablan de la bajada infernal y de la cuesta insufrible, de como las conquistaron, todos hablan, todos escuchan.
Los he visto muchas veces, están mal de la cabeza, miran con cariño y sin lastima al que llega 20 minutos después, respetan al último y al penúltimo, se agrupan en equipos y comparten con esa segunda familia parte de los sábados. Comparten todas las fotos que sacan y no advierten que son iguales que las del sábado anterior. Sufren caídas, se lastiman, descansan, se restablecen y vuelven a montar en su bicicleta.
A veces salen solos en compañía de su inseparable bici, dicen que pocas personas en estos tiempos son capaces de estar solos consigo mismos una hora por día. Ellos lo disfrutan en esos parajes que parecen exclusivos para su deleite exclusivamente.
Lavan, arreglan, engrasan y abrillantan su bicicleta con tal cuidado que más pareciera que la veneran.
Están mal de la cabeza, yo los he visto. Nunca se acuerdan de como empezaron pero se preocupan de invitar a otros, se creen descubridores de un gran secreto al que solo tienen acceso los que siguen sus huellas en la bicicleta de montaña. Aquellos a los que convencen para probar una vez, en unos meses empezarán a transformarse y acabarán tan locos como ellos.
Una cosa es cierta, están completamente locos y solo ellos y los que se atreven a seguirlos son capaces de disfrutar esa locura como lo hacen ellos.
El mundo sería otro, sin duda, si hubiera más locos así.



- Texto de Alfoceas sobre ruedas- publicado en su facebook el 30 de octubre de 2013. Os dejo el enlace y os animo a visitar su espacio. Clic aquí.