Sentí su silencio. Me la imaginé
calmándome y sintiéndose calmada también. La nieve relucía a través de la
ventana de la cocina y tuve que impedirme a mí mismo preocuparme por la bici.
Supongo que lo que decía mamá siempre era cierto. Todo es relativo. Ella lo
decía y yo lo entiendo ahora. Otras personas se preocupan por grandes cosas, yo
me preocupo por la bici. O algo así.
-Creo que estás en una búsqueda.
Todavía quedaban hojas doradas en
el álamo temblón. En lo alto de una cumbre vi a unos jinetes en fila.
-¿Crees que estoy en una
búsqueda?
-Sé que suena tonto, pero de vez
en cuando los grandes hombres han hecho búsquedas para encontrar respuestas a
las grandes preguntas. Se han escrito libros sobre hombres que buscaban
respuestas por todo el mundo.
-Pero ¿y si no sé la pregunta?
-Sí sabes la pregunta.
Los jinetes flotaron sobre una
cumbre y se perdieron de vista. Bethany saltó desde la cima de los álamos
temblones. Giró una vez sobre el árbol más alto y siguió a los jinetes.
-Te quiero, Smithy.
-Estoy completamente cansado de
repente.
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Salí del aparcamiento y me metí
en el pelotón principal de ciclistas y, después de unos cuantos kilómetros de
adaptarme a montar entre una multitud, dejé mi mente vagar por todo. Ése es en
realidad el mejor modo de hacerlo. Es como dejar de alguna forma que tus
pensamientos lleven la bicicleta y tu cuerpo y sus agujetas y eso se vuelven
distantes. Algunas veces, no siempre, pero algunas veces, si mis pensamientos
están lo suficientemente libres y de verdad me dejo llevar, mi cuerpo llega a
ser casi una parte de la propia bicicleta. Es extraño y agradable.
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