Pedro sube la persiana del bar nada más amanecer. Cerca,
Sagrario la panadera, coloca el mostrador con esmero. Como una flecha atraviesa
mi campo de visión Fernando el cartero, sujetando con una mano el manillar de
su bicicleta y con la otra un puñado de cartas sedientas de recepción. Mosén
Esteban, aguarda con la puerta de la iglesia medio entornada, la llegada de
algún feligrés. Y como de costumbre, “Salchichas” el perro pastor, mantiene a
raya al rebaño en lontananza.
Una repentina ráfaga de viento me obliga a abrir los ojos.
Ya no quedan ni las sombras del pasado.
Eso es o era........el ambiente rural de un pueblo,lo habremos perdido ya ??
ResponderEliminarEs inevitable, el desarrollo lleva implícito estos cambios y la desaparición de sombras del pasado. Queda el recuerdo y el intento de algunos de asomarse a esas sombras.
ResponderEliminarNos vemos en los caminos